Nuevo orden social

El Congreso de Viena (1815) supuso el triunfo de la Restauración y la reconstrucción del mapa de Europa. Pero el equilibrio no se restablece. Las revoluciones de 1820, 1830, 1848, 1871 se inician en Francia (excepto la de 1820, en España) y se extienden por toda Europa. Los impulsos proceden del liberalismo, de los movimientos democráticos, el socialismo, y el anarquismo. Al mismo tiempo otro movimiento recorre el continente: el nacionalismo, que hacia fin de siglo deriva, en algunos casos, en imperialismo colonialista. Las transformaciones económicas y sociales producidas por la extensión de la Revolución Industrial contribuyen de forma definitiva a un cambio radical del panorama histórico

Europa se transforma: nuevas clases sociales protagonizan los procesos de cambio (la sociedad estamental ha desaparecido definitivamente). La burguesía -capitalista e industrial- triunfa y se enriquece. Como antagonista, el proletariado, que lentamente cobra conciencia de su condición de explotado. Crecen las ciudades, donde se instalan las nuevas industrias (necesitadas de mano de obra), y su configuración revela la nueva estructura social: barrios burgueses, barrios donde se hacina el proletariado. Entre ambas clases sociales se colocan las clases medias, surgidas del desarrollo del sector terciario (profesionales de la enseñanza, funcionarios…)

El XIX se caracteriza también por una notable difusión de la cultura a través de la lucha contra el analfabetismo, la obligatoriedad de la enseñanza primaria y la multiplicación de periódicos y revistas. Además, la universidad vuelve a ser el centro principal de la cultura, especialmente en Alemania y Francia.

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